¿QUIÉN ES EL BUEN PASTOR...?
Yo soy el buen
pastor;
el buen pastor
su vida da por las ovejas.
Pero el
asalariado, que no es el pastor,
de quien no
son propias las ovejas,
ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye,
y el lobo
arrebata las ovejas y las dispersa.
(Juan
10:11-12)
De todas
las sectas que conozco, tal vez no exista una tan fuertemente estructurada y
encerrada en sí misma como la Watchtower Society (Sociedad Torre del Vigía),
cosa que impide el que sus fieles se permitan analizar libremente sus creencias
sin el riesgo de ser acusados de “apóstatas”. El “Cuerpo Gobernante” (los
miembros dirigentes a nivel mundial de esta secta) les prohíben explícitamente
a los fieles Testigos que lean cualquier cosa que no esté de acuerdo con lo que
ellos enseñan a través de sus revistas (Atalaya y Despertad), folletos y libros
so pena de atraer sobre ellos el castigo de “Jehová”. Este “cuerpo gobernante”
se considera a sí mismo como el Canal de Dios para los hombres, el “esclavo
fiel y discreto” a través del cual Dios se comunica con el resto de creyentes;
no dudan en decir que son el profeta de Dios para este tiempo (a pesar de sus
múltiple profecías fallidas) y que –al pertenecer al resto ungido de 144.000-
serán los únicos que irán al cielo mientras que el resto de creyentes que ellos
llaman “la grande muchedumbre” tendrán como destino eterno el paraíso terrenal
en el Milenio.
Este
“cuerpo gobernante” tiene sedes en cada país a las que llama “sucursales”,
nombrando a un hombre de confianza (no necesariamente de los 144.000) como
cabeza en cada país donde están. Debajo en la escala están los superintendentes
de distrito, luego superintendentes de circuito y, finalmente, los ancianos de
cada congregación. Bajo los ancianos están los siervos ministeriales y luego
los simples publicadores. Una manera de ascender en la escala de jerarquía es
haber reportado un buen número de horas de predicación de casa en casa, haber
vendido (ellos llaman “colocar”) una cantidad de sus publicaciones, y haber
servido en diferentes niveles de predicación conocidos como “precursorados”,
también cuenta el haberse matriculado en la escuela doctrinal, (ellos le dicen
escuela “teocrática”) donde se aprende el arte de la oratoria y sobre cómo
responder a las objeciones que presenta el “amo de casa” en la predicación de
casa en casa y, por supuesto, cuenta muchísimo la recomendación de los
“ancianos”, el cuerpo dirigente de la congregación a los cuales se les debe
reverencia ya que representan al “cuerpo gobernante”, representante –a su vez-
del mismísimo Dios.
Muchas
otras personas de todas las denominaciones y confesiones son como las descritas
por el apóstol:
“Zarandeados por cualquier corriente doctrinal, por
el engaño de los hombres, por la astucia que lleva al error”. (Efesios 4:14)
Un asunto que nos
atañe especialmente en esta época peligrosa, previa a la inminente llegada de
Jesucristo por su iglesia.
El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos
algunos renegarán de la fe, por prestar atención a espíritus seductores y
enseñanzas diabólicas (1 Timoteo 4:1)
Ante tanto peligro, muchos se preguntan
sinceramente cómo hacer para reconocer la verdad. A muchos les parece un
verdadero acertijo el descubrirla y se angustian por hallar el favor de Dios
que consideran injusto y escurridizo. Y se vuelven seguidores de hombres,
seguidores de hombres que se hacen llamar “pastores”, “maestros”, “ancianos”,
“apóstoles”, “concilios”, “cuerpo gobernante”, “esclavo fiel y discreto”, etc.,
que se convierten más en un obstáculo para la relación del creyente con Dios,
que un facilitador de la misma. Desvían hacia ellos mismos la obediencia debida
hacia el único Cabeza Cristo y alegan que Jesús les delegó su autoridad sobre
sus ovejas y que, por tanto, quien les desobedece a ellos, está desobedeciendo
al mismo Dios. ¡Qué atrevimiento....!
Entre las múltiples y torcidas enseñanzas
de las denominaciones “cristianas” están los famosos “ministerios” que son
entendidos como cargos en una jerarquía eclesiástica, entre los cuales está el
“pastorado”, un “ministerio que debe ejercer gobierno”. En las iglesias
“cristianas”, el pastor se encarga de gobernar un grupo de fieles, de
instruirlos y se hace responsable ante Dios de la salvación de cada alma. A su
vez, la “iglesia”, es decir, los fieles, le deben obediencia y respeto.
Desobedecer al pastor es desobedecer a Dios y quien lo haga traerá sobre sí
terribles maldiciones que podrán pasar de generación en generación. Si a cada
cristiano –como asegura la cartilla doctrinal de Asambleas de Dios- le es dada
autoridad plena “sobre cada dimensión, tanto
natural como espiritual –para reinar como agentes de Dios”,
imagínense la clase de autoridad que alegan detentar los pastores: una
autoridad sobre autoridad..!
En este orden de ideas, cuando un pastor es
sorprendido en un pecado “grave”, como robo o adulterio, el llamado es a “fijar
la vista en Dios y no en hombres”. Esto traduce que la persona debe seguir en
la misma iglesia, bajo el mismo pastor, obedeciéndolo con sumisión. La verdad
sea dicha, muchos no entienden qué cosa significa eso de “fijar su vista en
Dios y no en hombres” en estas circunstancias. Para tener a las “ovejas” fieles
al pastor y a la denominación, se enseña que uno debe permanecer donde Dios lo
puso, es decir, en la iglesia donde se está en ese momento, so peligro de
maldición por rebeldía. Para ser francos y directos, una oveja que se va para
otra iglesia es una fuente de ingresos que se pierde. Como apoyo bíblico para
evitar la fuga de ovejas o la desobediencia al pastor pecador, se escogen
ejemplos como el de David, obediente al corrupto Saúl, el “ungido” de Dios.
Caso que no tiene nada que ver y que más adelante ampliaremos.
Así las cosas, no es de extrañar que los
creyentes que no han verificado en las Escrituras semejantes afirmaciones, o
han sido engañados por los mismos pastores que les enseñan textos fuera de
contexto, obedezcan ciegamente a hombres y los consideren como sus pastores,
sus intermediarios ante Dios.
¿Tiene validez bíblica esta afirmación....?
No,
como veremos. Lo primero es definir qué es ese “ministerio de pastor”,
que alcances tiene y si es verdaderamente aprobado por Dios.
El ministerio del
pastor
Según las enseñanzas de las denominaciones
“cristianas”, podemos resumir el asunto de la siguiente manera, según la
doctrina que una hermana gentilmente me hizo llegar:
A.El ministerio pastoral está directamente ligado con
el pueblo. Es un ministerio que debe ejercer un gobierno.
B.Jesús se autonombra el buen
pastor. Ya que el buen pastor da su vida por las ovejas. Esta es la naturaleza
de un llamamiento pastoral: darse entero en pos de la congregación.
C. La función del pastor
la vemos en Ezequiel 34:4
a) Fortalecer a
las ovejas débiles
b) Curar a las ovejas
enfermas
c) Vendar a las
ovejas perniquebradas
d) Hacer volver a las
ovejas descarriadas
e)Buscar a las ovejas perdidas
Veamos el pasaje de Ezequiel 34 donde
supuestamente se definen las funciones del pastor, analicemos el contexto:
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: "Hijo de
hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: "Así ha
dicho Jehová, el Señor: ¡Ay de los
pastores de Israel, que se apacientan
a sí mismos! ¿Acaso los pastores no
apacientan a los rebaños? Os alimentáis con la leche de las ovejas, os vestís con su lana y degolláis a la
engordada, pero no las apacentáis. No fortalecisteis a las débiles ni
curasteis a la enferma; no vendasteis la
perniquebrada ni volvisteis al redil a la descarriada ni buscasteis a la perdida,
sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con
violencia. (Ezequiel 34:1-4)
El texto no es una muestra de instrucciones
acerca de lo que deberían hacer los pastores, sino todo lo contrario: nos
enseña lo que hicieron ocasionando la ira de Dios sobre ellos. Es muy triste
comprobar que eso, precisamente, es lo que hacen hoy día: se apacientan a sí
mismos, se alimentan a costa de las ovejas y se han enseñoreado de ellas con
dureza y violencia. Acerca de este “enseñorearse” sobre la grey, Jesús dijo
muchos años después:
Sabéis
que los gobernantes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son
grandes ejercen autoridad sobre ellos. Entre vosotros no será así. (Mateo 20:25-26) Versión Reina Valera 1989.
La orden de nuestro
Señor es muy clara. Entre sus discípulos nadie debería enseñorearse sobre los
otros; nadie debería ejercer autoridad sobre el resto. Con esta instrucción
resulta absurda la pretensión de quienes alegan detentar una autoridad de parte
de Cristo para ser ejercida sobre el resto de creyentes.
Cuando comparamos
esta orden de nuestro Señor Jesús, con afirmaciones como la de un apreciado
hombre (a quien admiro pero que tal admiración me obliga precisamente a no
callar) que asegura todo lo contrario, debemos preguntarnos quién tiene la
razón. El hermano en cuestión dice:
“Así pues, cuando la Palabra dice que los fieles tienen
que obedecer a los responsables de la iglesia local, y sujetarse a ellos,
significa literalmente que deben “doblegarse bajo la autoridad de
ellos”, es decir, doblegarse a
la autoridad de Cristo en ellos. Insistimos que a la autoridad a la que se
doblegan, es a la del Señor en esos ministros, no al dicho de los hombres. Es
menester erradicar toda falta de auténtica obediencia y sujeción a la autoridad
pastoral, porque no olvidemos que el Reino de Dios está en la Iglesia de
Cristo, y siempre permanecerá…pero, ¿y los que no viven conforme a él y su
autoridad?..”
El hermano utiliza
el texto de Hebreos 13:17 para sustentar su punto.
“Obedeced a
vuestros pastores, y sujetaos a ellos;
porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que
lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”
(Hebreos 13:17)
Lo primero que hay
que mencionar de esta traducción, es que la palabra vertida aquí para
“pastores” no es Poimén, término griego que traduce “pastor”. La palabra usada
en este pasaje, al igual que en Hebreos 13:7, no es poimén, sino jeguéomai,
una forma verbal que puede vertirse como “aquellos que llevan la delantera”,
“aquellos que los guían”, “aquellos entendidos”, “aquellos que os estiman”. Y
también puede usarse una forma más fuerte: “aquellos que os mandan”
En cuanto a
“obedeced”, la palabra griega es peídso, (de
peithomai) que puede traducirse como “confíen”, “estar convencidos”, “crean”,
“déjense persuadir” y, también, “obedezcan”. Así que “obedecer” solo es una de
las posibles traducciones. Todas las demás acepciones nos indican una
acción de dejarse persuadir o convencer, de creer y dejarse llevar. ¿Por qué
debería escogerse esta acepción autoritaria si el pasaje no lo amerita ni tal
muestra de autoritarismo tiene apoyo en el resto del evangelio..?
Un comentarista bíblico afirma:
El
significado básico del término griego utilizado (peithomai) implica que
la aquiescencia otorgada por la persona cristiana surge como resultado de tener
‘confianza’ primero, de estar ‘convencido’ y ‘creer’ en lo que proviene de esos
hermanos cristianos, y sobre esa base él o ella responden positivamente.
Con todo, aún si se
tradujera “obedeced a quienes llevan la delantera”, ¿implicaría esto
automáticamente una virtual sumisión hacia personas que llevan la
delantera? La respuesta siempre será
negativa puesto que el mandato de Cristo no se limitaba solamente a que los
cristianos se hicieran llamar “maestros” o “líderes”, sino que prohibía
rotundamente el que alguien asumiera una posición de autoridad sobre sus
hermanos creyentes: “y los que son grandes
ejercen autoridad sobre ellos. Entre
vosotros no será así. (Mateo 20:26)
¿Por qué razón
–pregunto de nuevo- deberíamos aceptar una traducción autoritaria pudiendo
optar, de manera perfectamente válida, por otra más acorde con el mensaje total
del evangelio...?
Claramente, quienes usaron las palabras
autoritarias, buscaban sustentarla bíblicamente. Dentro de la amplia gama de
posibilidades, ellos prefirieron usar precisamente la única traducción que no
se acomodaba al contexto del evangelio de Cristo: el autoritarismo.
Evidentemente, quienes usaron “obedezcan” pudiendo utilizar “déjense persuadir”
o “escuchen”, querían comunicar un mensaje claro y contundente –además de
erróneo- de la existencia de una jerarquía entre los seguidores de Cristo. Algo
que Cristo rechazó de manera terminante.
De la misma manera,
cuando la Palabra menciona las diferentes designaciones de pastor, maestro,
evangelizador, y así por el estilo, lo que está describiendo son servicios que deben rendirse,
trabajo que debe
hacerse a favor de la comunidad cristiana, y de ninguna manera se refiere a cargos en el sentido de posiciones organizacionales en
una institución corporativa. En cualquier caso, los términos “servicios” y
“escuchen” armonizan perfectamente con las Escrituras, en contraste con los
estridentes “líderes” y “obedezcan”. Para más información pueden referirse a
los artículos sobre “Autoridad en la iglesia” publicados en el foro Sea Dios
Veraz.
Veamos algo de esos
famosos “ministerios”. El apóstol los llama dones y el contexto nos indica que
son dones de servicio.
Por
lo cual dice: "Subiendo a lo alto,
llevó cautiva la cautividad, y dio dones
a los hombres" Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, (Efesios 4:8,11)
Pablo afirma que
Cristo dio “dones a
los hombres”, es decir, a sus seguidores, pero todos éstos, fuesen apóstoles,
profetas, evangelizadores, pastores o maestros, ¿buscaban algún tipo de
sumisión por parte de los otros creyentes..? No, pues el apóstol sigue diciendo
para qué eran estos “dones” de servicio:
a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo. (Efesios 4:12-13)
Estos dones de
“maestros”, “evangelizadores” y demás, fueron dados por Dios para que las
personas crecieran “a la medida de la estatura de
la plenitud de Cristo”, es decir, para que cada uno de ellos llegara a
ser como su Cabeza, Cristo, capaz de decidir por sí mismos, como personas
adultas y maduras espiritualmente. Los dones no fueron dados para que siguieran
siendo como niños:
Así
ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres
que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; (Efesios 4:14)
Debiendo
ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis
llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido. Y
todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de
justicia, porque es niño. (Hebreos 5:12,13)
De estos pasajes se
desprenden tres cosas; 1)los dones fueron dados para hacernos crecer
espiritualmente; 2)los dones (o ministerios, si prefieren esa palabra) son
dados a todos los hombres para que se edifiquen a sí mismos y para que
edifiquen a los demás. 3) Los dones nos convierten de niños espirituales que
necesitan ser enseñados, a hombres maduros espiritualmente maduros que pueden
entender cosas espirituales más profundas, “alimento sólido”.
Las Escrituras también se refieren al
proceso hacia la madurez cristiana, como una edificación del edificio que somos
cada uno. Todo cristiano, toda persona nacida de nuevo debe empezar a
“sobreedificar” sobre el fundamento que es Cristo. ¿Cómo sobreedificar..?
Todo
aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os indicaré a
quién es semejante. Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y
ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación,
el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba
fundada sobre la roca. Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al
hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual
el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa".(Lucas 6:47-49)
Cristo compara la
obediencia a Él (no a los pastores) con un hombre prudente que construye su
casa sobre la roca. De igual manera, el que oye las palabras del Señor y no las
obedece, se compara con alguien que construye su casa sobre la arena, sin
fundamento. Primero veamos qué es ese fundamento.
Nadie puede poner
otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. (1Cor. 3:11)
El fundamento, la roca, es nuestro Salvador
Jesucristo. Eso significa que solamente podemos acudir a él para empezar a
levantar nuestro edificio de fe en cada uno de nosotros. No hay otra manera. Y
acudir a Jesús no es lo mismo que acudir a hombres, llámense estos pastores,
maestros, profetas, apóstoles o lo que sea. El fundamento solamente es
Jesucristo. ¿Cómo edificar sobre el fundamento..?
Cualquiera, pues,
que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca. (Mateo 7:24)
Edificar sobre la roca significa
escuchar atentamente a Cristo y hacer lo que él ordena. Una vez hemos aceptado
a Cristo como Salvador, ya hemos colocado el fundamento –Cristo, la Roca- en
nuestra vida; entonces, edificamos sobre ese fundamento escuchando atentamente
y cumpliendo la palabra de Dios, aplicándola perfectamente en nuestras vidas.
Y ahora,
hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para
sobreedificaros. (Hechos 20:32)
Y la única manera de sobreedificar es
estudiando las Escrituras. Solamente la bendita palabra de Dios, conforme la
escuchamos, la estudiamos y la aplicamos, es capaz de levantar dentro de
nosotros un edificio de fe poderoso fuerte y seguro asentado sobre el
fundamento del mismo Cristo.
Cristo es la Palabra encarnada de Dios,
la Biblia es la Palabra escrita de Dios. Aceptar a Cristo es ni más ni menos
que aceptar su Palabra. Escuchar a Cristo es escuchar lo que nos dice la
Escritura –no pastor alguno; obedecer a Cristo es obedecer lo que nos dice en
su bendita Palabra, no a hombre alguno.
Así, si un creyente desea edificar una
fe fuerte, que soporte cualquier embate del enemigo, debe acudir a la fuente de
agua viva que es Cristo, que es la mismísima Escritura.
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37)
Para
beber de la fuente, Cristo, no necesitamos de aguateros ni de mercaderes de
agua. La cuestión es asunto directo entre Cristo y el
creyente. No hay intermediarios de ninguna clase.
Y el que tiene sed, venga; y el
que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente..” (Apocalipsis 22:17)
Y, sorpréndanse.... ¡Es totalmente
gratis...!
Por esto es que podemos entender mejor las
palabras del apóstol inspirado: Pero quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón. (1 Cor. 11:3)
Note la frase “La cabeza de todo varón es”; no el pastor
local ni el pastor del pastor, ni el anciano, ni el cuerpo gobernante, ni el
concilio, ni el profeta, ni el apóstol, ni el maestro; tampoco la cabeza de
todo varón es el superintendente. La cabeza de TODO VARÓN es Cristo... no
hombre alguno.
Aceptar a Cristo como nuestro Único Cabeza,
significa aceptarlo como la fuente de vida divina para nuestra vida; significa
que solamente a Él es quien debemos acudir en busca de ayuda y consejo. Aunque
las Escrituras autorizan el que nos apoyemos unos a otros y que nos exhortemos
unos a otros, no estamos obligados a aceptar el consejo de otro hombre; sin
embargo, como seguidores de Cristo, uno de los compromisos que adquirimos es el
buscarlo a él en procura de guía. Y esto tampoco es obligatorio: cuando dejemos
de buscar a Cristo, significará que ya no somos cristianos. Y punto.
Aceptar a Cristo como nuestro Cabeza, quiere
decir que cualquier exhortación, consejo, enseñanza, palabra y ejemplos
provenientes de hombres, SIEMPRE debemos confrontarlos con lo que nos dice
Cristo, y que solamente está registrado en la Biblia. Aceptar la guía de
pastores, el consejo de ancianos y los vaticinios de profetas sin consultar las
Escrituras, significaría negar a Cristo como nuestro Cabeza, sería negar su
autoridad.
Así que quien afirma que “quien desobedece al
Pastor, desobedece al mismo Dios”, está realmente caminando sobre arenas
movedizas muy peligrosas. Quien afirme esto está suplantando la legítima
autoridad de Cristo. Se está oponiendo a nuestro Salvador.
De igual manera, quien busque dirección de
pastores, profetas, apóstoles, maestros y demás, demostrándoles obediencia
total y sumisión ciega, están demostrando que no tienen fe en Cristo, no creen
que él los pueda dirigir y no están mostrando el respeto a su sacrificio
expiatorio, que fue precisamente con el cual nos compró para él:
Porque
habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6: 19-20).
Por
alto precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. (1 Cor. 7:23)
Somos de Dios. Él nos compró, no pastor
alguno. El precio que pagó nuestro Señor fue su preciosa vida; despreciar su
jefatura única es lo mismo que despreciar su sacrificio.
¿Entonces.....¿Quién es el Buen
pastor....?
Que responda Jesús:
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero
el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y
huye, y el lobo arrebata las ovejas y
las dispersa. (Juan 10:11-12)
Al dar su vida por
nosotros, las ovejas, Cristo nos compra y se constituye, por derecho legal, en
nuestro Pastor. No es que Jesús se “autonombre pastor”, como asegura una
querida hermana. Él pagó un altísimo precio por nosotros.
Siendo que Jesús es
el Buen Pastor, quien da su vida por las ovejas, mientras que el pastor
“asalariado”, a quien no pertenecen las ovejas, huye cuando hay peligro,
¿significa eso que Jesús aprueba esta especie de pastores asalariados como si
fueran una especie de delegados suyos..?
Así
que el asalariado huye porque es asalariado y no le importan las ovejas.
"Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me
conoce y yo conozco al Padre; y
pongo mi vida por las ovejas. (Juan 10:13-15)
Únicamente nuestro
Señor es el verdadero Pastor. Él dio su vida por nosotros. Nadie más lo ha
hecho y nadie más tiene derecho de llamarse el pastor. No hay pastores
“delegados”.
Regresemos al
pasaje de Ezequiel 34 donde, después de que Dios desaprueba lo que han hecho
estos pastores asalariados, viviendo a expensas de las ovejas, alimentándose a
sí mismos, también los acusa de “os habéis
enseñoreado de ellas con dureza y
con violencia. (Ezequiel 34:4)
Debido a que Dios reprocha el abuso de
estos pastores que, además, se han enseñoreado de las ovejas con dureza y
violencia, el Creador no dice que levantará otra clase de pastores asalariados.
Veamos:
Así
ha dicho Jehová, el Señor: ¡Yo estoy contra los pastores y
demandaré mis ovejas de su mano! Haré
que dejen de apacentar mis ovejas, y ya
no se apacentarán más los pastores a sí mismos,
pues yo libraré a mis ovejas de sus bocas y no les serán más por comida.
"Porque así ha dicho Jehová, el
Señor: Yo, yo mismo,
iré a buscar a mis ovejas, y las
reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de
sus ovejas esparcidas, así reconoceré yo
a mis ovejas y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día
del nublado y de la oscuridad. Yo apacentaré mis ovejas y les daré aprisco,
dice Jehová, el Señor. Yo buscaré a
la perdida y haré volver al redil a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré a la
débil; pero a la engordada y a la fuerte
destruiré; las apacentaré con justicia. (Ezequiel
34:10-12, 15-16)
Es el mismísimo Dios, en persona, quien se
constituye en nuestro pastor al mismo tiempo que rechaza a los pastores
asalariados. Es Dios quien promete apacentarnos sin intermediario alguno: Yo soy el buen pastor;
el buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:11)
Dios Padre prometió en el Antiguo
Testamento, hacer un Nuevo Pacto en el cual Él mismo apacentaría a las ovejas
mediante su Hijo Jesús prefigurado por David.
Yo salvaré a mis
ovejas y nunca más serán objeto de rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Yo
levantaré sobre ellas a un pastor que las apaciente: mi siervo David. Él las apacentará, pues será su pastor. Yo, Jehová, seré el Dios de ellos, y mi siervo
David, en medio de ellos, será su gobernante. Yo, Jehová, he
hablado. (Ezequiel 34-22-24)
Nuestro único gobernante –de nuevo- es
solamente el Buen Pastor, Jesucristo.
"Mi
siervo David será rey sobre ellos, y
todos ellos tendrán un solo pastor; andarán en mis preceptos, y guardarán mis estatutos y los pondrán por
obra”. (Ezequiel
37:24)
Igual
que los profetas del antiguo pacto terminarían, los pastores al estilo viejo
pacto también terminarían. Solo tenemos un Pastor, y ese es nuestro Señor
Jesucristo. La profecía de Zacarías 13:7 se cumplió en Jesús:
Entonces
Jesús les dijo: --Todos os
escandalizaréis de mí esta noche, pues
escrito está: "Heriré al pastor y
las ovejas serán dispersadas" (Marcos 14:27)
Otra vez: ¿quién es el pastor...?
Pero
el que entra por la puerta, el pastor de
las ovejas es. (Juan 10:2) Como los discípulos no
entendieron la alegoría, Jesús volvió a decirles:
Yo
soy la puerta: el que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y
hallará pastos. Yo soy el
buen pastor; el buen pastor su vida da
por las ovejas. Pero el asalariado,
que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
(Juan 10: 9, 11-12)
Jesús, además de
ser la puerta, es también el Buen Pastor. Mediante los dones dados a los
hombres, nosotros podemos ayudar a otras ovejas a encontrar la guía del Buen
Pastor. Pero eso no nos constituye en pastores a nosotros. A lo sumo, seríamos
siervos asalariados, sin derecho a ejercer autoridad sobre otras personas; las
ovejas no son propias y, por tanto, no estamos en posición de exigir
obediencia. Nadie lo está.
Quien no reconozca la autoridad única de
Cristo, y se erija sobre las ovejas del Señor, es duramente señalado por el
Señor:
El que no entra por
la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es
ladrón y salteador. (Juan 10:1)
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